martes, 28 de octubre de 2014


La pintura es el arte de la representación gráfica utilizando pigmentos mezclados con otras sustancias aglutinantes orgánicas o sintéticas. En este arte se emplean técnicas de pintura, conocimientos de teoría del color y de composición pictórica, y el dibujo. La práctica del arte de pintar, consiste en aplicar, en una superficie determinada —una hoja de papel, un lienzo, un muro, una madera, un fragmento de tejido, etc.— una técnica determinada, para obtener una composición de formas, colores, texturas, dibujos, etc. dando lugar a una obra de arte según algunos principios estéticos.
El arquitecto y teórico del clasicismo André Félibien, en el siglo XVII, en un prólogo de las Conferencias de la Academia francesa hizo una jerarquía de géneros de la pintura clásica: «la historia, el retrato, el paisaje, los mares, las flores y los frutos».
La pintura es una de las expresiones artísticas más antiguas y una de las siete Bellas Artes. En estética o teoría del arte modernos la pintura está considerada como una categoría universal que comprende todas las creaciones artísticas hechas sobre superficies. Una categoría aplicable a cualquier técnica o tipo de soporte físico o material, incluyendo los soportes o las técnicas efímeras así como los soportes o las técnicas digitales.
Definición
Una pintura es el soporte pintado sobre un muro, un lienzo, o una lámina. La palabra pintura se aplica también al color preparado para pintar, asociado o no a una técnica de pintura; en este sentido es empleado en la clasificación de la pintura atendiendo a las técnicas de pintar, por ejemplo: «pintura al fresco» o «pintura al óleo».
La clasificación de la pintura puede atender a criterios temáticos (como la «pintura histórica» o la «pintura de género») o a criterios históricos basados en los periodos de la Historia del Arte (como la «pintura prehistórica», la «pintura gótica») y en general de cualquier período de la historia de la pintura.

Artesanías

Trabajos en barro

Una artesanía salvadoreña son las sorpresas. Bajo tapaderas que simulan frutas, huevos o gallinas (de unos cinco centímetros de alto por tres de ancho) se esconden muñecos de barro en miniatura que representan vendedoras de telas, frutas, de tortillas, de shuco, de pupusas, parejas casándose, nacimientos y hasta «picardías» de temas eróticos. Ha habido familias en Ilobasco especializadas en la fabricación de sorpresas realmente exquisitas. Lástima que la desaparición de los ancianos de la familia (caso de doña Dominga comales, ollas, cántaros, los cuales cumplen primariamente con la labor práctica (como es en su origen todo arte popular): sirven para cocinar o para guardar alimentos y bebidas en las casas de campesinos o de gentes sencillas, pero secundariamente pueden ser comercializadas como adornos exóticos o típicos para las casas de salvadoresños de las clases media o alta. Es el caso de la cerámica de Guatajiagua, en el departamento de Morazán: desde hace unos pocos años se ha puesto de moda los comales, tarros y ollas enormes de color negro azabache para decorar la cocina o el salón del comedor de alguna casa elegante.
Herrera) y la urgencia de hacer grandes cantidades de sorpresas derivara en un descenso generalizado de su calidad artística. Siempre dentro del género de trabajo de barro hay quienes se dedican a la fabricación de

Pintura

Se considera que la pintura comenzó con el autor Francisco Wenceslao Cisneros. En esa época era un tiempo de diferentes fenómenos, como terremotos o de cáracter social como el neoliberalismo. Juan Cisneros (como el padre de Francisco) participó en una reunión presidida por José Matías Delgado en la que se firmó un acta protestando contra de la anexión de Centroamérica al Imperio Mexicano. De todos esos sucesos, este pintor se mueva a Francia, con diferentes sufrimientos que ha tenido en la vida y su porvenir
Instrucciones
Cómo pintar artesanías de mader
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Prepara la madera para la imprimación. Si estás trabajando con madera que no ha sido lijada, deberías lijarla a mano antes de hacer cualquier cosa. Usa un papel de lija de grano fino para que la madera quede suave y la pintura pueda aplicarse en ella uniformemente. Limpia la madera con un paño limpio para remover cualquier escombro restante. Si quieres un acabado rugoso, puedes saltear este paso.
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Aplica un imprimador en la madera, asegurándote de cubrir la superficie entera, y deja que seque. Una vez que la primera capa esté seca, agrega otra de ser necesario. Los imprimadores le agregan protección adicional a la madera y también permiten que la pintura se aplique fluidamente. Estos pueden ser transparentes o coloreados. El tipo de imprimador que elijas depende de lo que estás creando.
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Pinta primero las zonas más grandes de la madera (y todas las que serán del mismo color) y deja que la pintura se seque. Si estás pintando un auto de juguete, por ejemplo, pinta primero el cuerpo. Una vez que la pintura haya secado, puedes determinar si te gustaría aplicar otra capa. Para artesanías pequeñas, una capa suele ser suficiente.
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Pinta los detalles más pequeños, usando pinceles chicos, y luego coloca la madera pintada en un lugar seguro para dejar que se seque. Si estás trabajando con varios colores en una zona pequeña, lo mejor es dejar que un color se seque antes de aplicarle otro. Cuando dejas que una zona pintada se seque completamente, es más fácil prevenir errores que consumen tiempo. Si accidentalmente pintas de otro color una zona seca, puedes frotarla rápidamente con un paño seca. Si estás usando un esténcil para letras o diseños, hazlo una vez que todas las zonas estén completamente secas.
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Aplica un sellado para madera (o barniz) y deja que se seque. Los selladores pueden rociarse o ser aplicados con un pincel. Estos protegen la pintura de la humedad y el desvanecimiento, y vienen en acabados brillantes o mate. Si tu artesanía estará expuesta a la luz solar, escoge uno que sea resistente a los rayos ultravioletas.


La cultura del maíz: el grano sagrado

La dieta básica del salvadoreño consistía hasta fechas recientes en «tortillas» (ruedas de masa de maíz, de comal), la sal y los frijoles «parados» o frijoles sancochados. En la actualidad, la dieta se ha ampliado con arroz, verduras y algunas carnes. Durante los cortes de café aún se suelen dar las chengas, tortillas mucho más grandes y gruesas que las anteriores, hechas de maíz muy oscuro o de maicillo (gramínea de granos pequeños en haces), sobre las que se ponen frijoles y sal; algunas veces también llevan queso y otro aditamento. Estos forman parte del «con qué» o acompañamiento de las tortillas. Sería impensable una comida típica salvadoreña sin las famosas pupusas, tortillas rellenas con queso, chicharrón molido o frijoles, las más comunes («revueltas» son las que tienen más de un ingrediente). Otras, menos comunes, llevan chipilín (pequeñas hojas comestibles), pepescas (pescaditos fritos), ayotes (especie de calabaza). El plato está completo cuando a las pupusas se le echa «curtido», picadillo de repollo preparado en vinagre; se le suele agregar rodajas de cebolla y zanahoria. Algunos curtidos son especialmente picantes, al gusto del cliente. Ahora bien, las pupusas constituyen sólo uno de los muchísimos derivados del maíz. Este cereal nativo americano sigue siendo el grano sagrado se lo prepara de múltiples maneras. A la mazorca se le llama elote y se puede comer asada a las brasas, con limón y sal; cocida, se suele preparar con mayonesa, queso y otros aditamentos: son los elotes locos que se venden en las ferias populares, con un palito que atraviesa la mazorca para poder agarrarlo. Continúa el desfile de los derivados del maíz con los tamales. Los clásicos son los de gallina y consisten en unos rectángulos de masa de maíz de unos quince centímetros de largo por cinco de ancho envueltos en hojas de huerta (plátano o guineo) y rellenos con carne de pollo; algunas veces, hasta con papas, ciruelas, alcaparras, chile y recaudo (salsa). Los tamales se cuecen en peroles grandes. Los tamales de elote son elaborados con una masa compacta de maíz tierno, aunque algunas veces se tornan blanditos porque llevan leche. Se preparan en tusas (piel de la mazorca) y se comen acompañados con crema. Un miembro poco común de la familia es el conocido como tamal de viaje, tamal pisque, tamal de ceniza o nixtamal. Es mucho más grande que el de pollo y se supone que se preparaba para comerlo durante el viaje en carreta o tren por varios días, aunque es común su preparación en semana santa. Dada su sólida consistencia, el nixtamal se puede partir en pequeñas rodajas; algunas veces lleva frijoles molidos en su interior.

Dulces

El pan dulce es obligado cuando se toma el café del desayuno o de las cuatro de la tarde. Dentro de la categoría de pan dulce entran: la semita (placas largas, rectangulares de harina, manzanas, peras colocadas en canastitas o en cajas decoradas. Por tradición, hay familias que fabrican esta clase de dulces, junto con otros como los dulces de leche, de toronja, conservas de coco, conservas de papaya, coservas de nance etcétera. Las hay de estas familias en Santa Ana y en San Vicente, ciudad especializada en los dulces de camote (tortitas o volcancitos hechos de azúcar y rellenos con jalea de camote). En las ferias aparecen profusamente los dulces pintados, elaborados a base de moldes con forma de hojas, flores y aún rostros y figuras humanas. Son de consistencia dura pero quebradiza, de color blanco, y sobre ellos se trazan rayas de colores, recalcando los rasgos del objetos representado. La canasta no estaría completa sin otros dulces comunes en las fiestas, como los de tamarindo, de nance, de zapote. A todo ello hay que añadir la preparación casera que aún se estila: mangos, jocotes e higos en miel; dulce de cáscara de naranja o de limón; dulce de ayote o de chilacayote (otra especie de calabaza) y de sandía. En fin, uno puede acabar empalagado si además prueba algunos postres caseros como el arroz con leche o el majar blanco (dulce de leche, de consistencia pastosa, adornado con polvo de canela).

Dulces

El pan dulce es obligado cuando se toma el café del desayuno o de las cuatro de la tarde. Dentro de la categoría de pan dulce entran: la semita (placas largas, rectangulares de harina, manzanas, peras colocadas en canastitas o en cajas decoradas. Por tradición, hay familias que fabrican esta clase de dulces, junto con otros como los dulces de leche, de toronja, conservas de coco, conservas de papaya, coservas de nance etcétera. Las hay de estas familias en Santa Ana y en San Vicente, ciudad especializada en los dulces de camote (tortitas o volcancitos hechos de azúcar y rellenos con jalea de camote). En las ferias aparecen profusamente los dulces pintados, elaborados a base de moldes con forma de hojas, flores y aún rostros y figuras humanas. Son de consistencia dura pero quebradiza, de color blanco, y sobre ellos se trazan rayas de colores, recalcando los rasgos del objetos representado. La canasta no estaría completa sin otros dulces comunes en las fiestas, como los de tamarindo, de nance, de zapote. A todo ello hay que añadir la preparación casera que aún se estila: mangos, jocotes e higos en miel; dulce de cáscara de naranja o de limón; dulce de ayote o de chilacayote (otra especie de calabaza) y de sandía. En fin, uno puede acabar empalagado si además prueba algunos postres caseros como el arroz con leche o el majar blanco (dulce de leche, de consistencia pastosa, adornado con polvo de canela).

Idioma

En El Salvador el idioma oficial es el idioma castellano. La forma de hablar puede mezclar palabras de origen indígena como en la gastronomía, ocasionando lo que son los diferentes modismos o salvadoreños.3 Una pequeña cantidad de la población habla idioma pipil, como en Izalco y otros pueblos,4 actualmente no toma la necesidad de aprenderlo, o sólo es recordada por personas mayores. Entre las lenguas precolombinas están chorotega, cacaopera, idioma chortí, idioma xinca, lenca, idioma pocomam.

Las toponimias y el habla popular

Las culturas indígenas que poblaban el continente americano antes de la llegada de los españoles hicieron un uso intensivo de la tradición oral. Existía la escritura jeroglífica (conservada en códices, vasijas y murales), pero estaba destinada a las clases superiores y, aun entonces, los signos servían muchas veces como recurso mnemotécnico para la explicación oral. Pipiles(toltecas llegados en sucesivas migraciones desde México central y del sur), mayas (específicamente las etnias chorti o apay y pokomames), lencas (extendidos por Honduras y el oriente de El Salvador), Kakawiras (también llamados cacaoperas o ulúas) fueron dejando huellas escritas de su estadía o de su paso por la región. En efecto, aún en nuestros días el país entero está plagado de topónimos (nombres dados a lugares específicos) de neta raíz indígena. El mestizaje cultural implicó la desaparición de muchos de aquellos nombres y la deformación fónica de otros, pero, en todo caso, incluso con ropaje de santos cristianos, muchísimos topónimos aún sobreviven.

La toponimia pipil

Conviene comenzar por el nombre con el que asimismo se conoce al país: Cuscatlán. Algunos lo traducen como «tierra de premios, tesoros o preseas», otros por «lugar junto a la joya». Joya por antonomasia era, para los pipiles, el jade, el chalchihuite. Debido a su color verde intenso, también algunas lagunas eran consideradas joyas, de modo que Cuscatlán hace referencia a un lugar ubicado cerca de un lago o de una laguna especialmente hermosa. Allí, junto a una laguna de color verde jade y rodeada de vegetación exuberante, fundaron los pipiles la capital de su reino. Otros nombres de raíz pipil especialmente significativos son: Cojutepeque (cerro de las pavas o faisanes), Acelhuate (río de ninfas y lilas), Soyapango (lugar amurallado de palmeras), Chalchuapa (laguna de los jades o chalchihuites), Guazapa (río del guas o halcón reidor), Apopa (lugar de vapores de agua), Ususlután (tierra de ocelotes o tigrillos), Suchinango (lugar defendido por flores), Zacamil (lugar sembrado de hiervas), Suchitoto (lugar del pájaro-flor)... Y así, centenares y centerares de topónimos pipiles resuenan incluso debajo de la advocación de santos cristianos: Santiago Texacuangos (Valle de altas piedras), San Juan Tepezontes (en lo estrecho del cerro), San Pedro Masahuat (donde abundan los venados), San Pedro Nonualco (los de la lengua extraña).5 Los pipiles, lencas, pokomames, chortís, ulúas o apay que habitaron El Salvador precolombino no fueron portadores ni representantes de una alta cultura.5 Ocuparon más bien un lugar periférico y marginal respecto de los grandes centros y metrópolis de Mesoamérica. Sin embargo, esos hombres y mujeres sencillos lograron impregnar de color y poesía los cerros, ríos, valles y quebradas por donde pasaban o en los que se establecían.

Danza

Son los bailes populares que cumplen una función social, uno de los bailes más conocidos es el "Torito Pinto". También se encuentran "El carnaval de San Miguel", "Adentro Cojutepeque", "Ahuachapan", "El Carbonero"... Que son de los más populares. También existen otros tales como: "Las Cortadoras", "Las ganadería, son bailados por varias parejas. Pueden tener diferente coreografía dependiendo de lo que se va a representar, acompañados con música tradicional. Se suelen celebrar en distintas fechas y en diferentes lugares. la clasificación de estas danzas es: Autoctonas y Tradicionales
Floreras del Boquerón", entre otros. Estos bailes en cierta forma comprenden gran parte de la cultura salvadoreña. Se utiliza la vestimenta tradicional, y pueden representar diferentes sucesos históricos o actividades rurales, como agricultura,

Mitos precolombinos y personajes populares

Un ámbito en el que se siente la presencia de aquel sustrato indígena es el de las consejas y los mitos populares. Muchos de ellos han llegado hasta nosotros ya mestizados y otros están desaparecidos debido al fuerte influjo de los modernos medios masivos de comunicación y la nueva cultura popular de ellos derivada.

Principales Mitos

Los tres mitos más profusamente difundidos en todos los estratos de la población son el del cadejo, y sus afines, el de la sihuanaba y el cipitío.

El cadejo

El cadejo es un perro misterioso que se aparece en los caminos solitarios a los trasnochadores. Se dice que
cuando su silbido se oye cerca, es que el cadejo está lejos. Pero se habla también de dos cadejos: de uno blanco, el de las mujeres, y de otro negro, el de los hombres. O de que el blanco es bueno y el negro es malo. El hecho es que, al acercársele al desdichado, los ojos del cadejo brillan como brasas y, a consecuencia del susto, el pobre desafortunado puede acabar loco, «jugado» o, al menos, enfermar con fuertes fiebres y calenturas.

Siguanaba

Según la versión salvadoreña la siguanaba o sigueguet, se aparece generalmente a también a loschiches azotadas contra el agua. El mito tiene su origen en un antiguo relato pipil según el cual una bella princesa indígena cometió el delito de adulterio; por ese delito los dioses la castigaron a sufrir eternamente tan horrible transformación. Algunos ven en el mito más bien resonancias de una antigua costumbre pipil: las prostitutas no podían ejercer su oficio dentro de los poblados, por eso lo ejercían en las afueras del pueblo, en las quebradas y sitios enmontados. Su metamorfosis en ese ser horrible sería una expresión del repudio moral con que la Iglesia católica condena la prostitución.

trasnochadores; se la ve en los ríos lavando ropa a la luz de la luna o de las estrellas. Características suyas son el pelo larguísimo y las dos chiches o pechos que le cuelgan hasta la cintura. Parece que el susto mayor de quienes se topan con ella se produce cuando oyen su risa estentórea y burlona, al mismo tiempo que el ¡plash!...¡plash! de las

El Cipitío

A este duende se lo hace hijo de la sihuanaba, aunque posee un carácter festivo e inocente del que carece la madre. El Cipitío, por otra parte, es bajito, barrigón y tiene los pies vueltos al revés, de modo que su huellas
engañan: uno cree que va en una dirección cuando en realidad lo hace exactamente en la contraria. El personaje Cipitío puede estar emparentado con una deidad precolombina: el XipeTotec. Este dios era el patrono de la regeneración vegetal, por consiguiente tendrían que ver también con él los frutos y las flores.la leyenda dice que es un duende enamorado que les tira pequeñas pidresitas a las muchachas que le gustan

Personajes Populares

En la historia de El Salvador ha habido personajes que han gozado de gran popularidad debido a sus acciones en favor de —o en todo caso, del agrado de— las clases subalternas.

Anastasio Aquino

El indio Anastasio Aquino es uno de los más populares. Indagando al ver cómo trataban los patronos a sus peones indios, Aquino comandó una peligrosa insurrección en la región de los nonualcos (zona paracentral del país) durante el año 1833. Tanta fuerza cobró el levantamiento que Aquino pudo penetrar con sus tropas en la cidudad de San Vicente y tuvo, además, la osadía de coronarse, él mismo, Rey de los nonualcos, utilizando para ello la corona que ostentaba uno de los santos del templo donde coronó. Aquino dictó leyes draconianas («Al que robe una vez se le cortará una mano; al que robe de nuevo se lo fusilará») y sólo fue vencido a causa de la traición de uno de sus lugartenientes.

El Partideño

El Robin Hood salvadoreño —si es que realmente existió— vivió a finales del siglo XIX y se lo conoció como El Partideño. Su sobrenombre deriva de su primer oficio: conducir partidas de ganado de un lado a otro de Centroamérica. Se convirtió en bandido singular cuando un hombre rico le raptó a su novia el mismo día de la boda. La venganza fue terrible: el bandido acuchilló al padre del ofensor y se dedicó, además, a asaltar y a matar a cuanto rico y noble se le cruzaba en el camino. Se cuenta que al final logró acabar también con el raptor de su novia, a pesar de que hacía tiempo que ésta había sido violada y asesinada por el indigno noble. A pesar de lo terrible de sus acciones El Partideño tenía un alto sentido de la justicia por que no permitía que se le robara o hiciera daño a los pobres. El pueblo, la gente sencilla, mitificó al bandido; se llegó a decir que podía convertirse en un racimo de guineos (bananos) o en cualquier animal con tal de escapar de sus perseguidores. El Partideño fue capturado y ahorcado en la ciudad de Santa Ana, pero los ecos de su azarosa vida calaron incluso en obras de arte culto, como es el caso de Ursino, pieza teatral del escritor Francisco Gavidia.

Pedro Ardimales

La tradición popular consagró también a un personaje enteramente ficticio. Se trata de Pedro Urdimales, una especie de pícaro traído a América en los relatos y cuentos chuscos de los conquistadores y colonizadores españoles, más tarde incorporado como propio por la tradición oral. El personaje es conocido en casi todo el continente, llevando a cabo casi las mismas bromas y protagonizando parecidas «pasadas» aunque, claro está, con rasgos que han ido variando de una región a otra. Pedro Urdimales se ríe de todo el mundo y, al que se deja, lo embroma. Se ríe de la autoridad eclesiástica. Por ejemplo, una de las anécdotas cuenta que Pedro convenció a un cura de que había capturado a la paloma del Espíritu Santo y que la tenía debajo del sombrero que había colocado en el suelo. Con cuidado, el cura metió la mano debajo del sombrero y, en vez de la sagrada paloma, fue a dar... con los excrementos del irreverente bromista.